Momentos inolvidables.


  Hay momentos en la vida que son memorables y nos marcan de alguna manera ya sea para bien o para mal. 
 Para mal cuando sean penosos, tristes, dolorosos y lo que es peor cuando nos hacen sentir culpables. La culpa es una mochila muy pesada de la que deberíamos deshacernos lo más rápido posible.   Para bien cuando son buenos, alegres, felices y están dentro de esos recuerdos que nos servirán para refugiarnos en los malos momentos.
 Hay instantes inolvidables y otros para olvidar. Los inolvidables tienen que ver mucho con la felicidad tan ansiada, buscada y muchas veces nunca encontrada. Si pensamos la felicidad como un objetivo a alcanzar, una ruta que recorrer para llegar, seguramente nos equivocamos y al final de los tiempos, agotados, desengañados y vencidos veremos nuestros corazones vacíos.
 La felicidad no debe ser un objetivo a alcanzar, no debe ser el motivo por el que nos esforzamos a obtener todo aquello material que se nos pone por delante constantemente. Los bienes que logremos reunir durante nuestra vida –muchos o muchísimos, es igual- no nos darán la felicidad.  
 El dinero no la hace tampoco, quizás no debería decirlo yo porque nunca lo he tenido en cantidades como para saberlo, los innumerables casos de multimillonarios con vidas miserable lo avalan.
 ¿Por qué hablo de momentos inolvidables? Porque acabo de vivir uno, ayer en ocasión del festejo de fin de clases del jardín de infantes al que concurren mis nietos.
 Fue un día muy especial desde el vamos, Adriel mi nieto de cuatro años se pegó a mí y en el momento del acto con toda su ternura me dijo:
       -Upa Abu. No veo nada. Lo alcé y lo tuve en brazos mientras se oían los primeros acordes Himno Nacional. 
 Comencé a cantar y oigo su vocecita cantando también. Música celestial para mis oídos que me obnubilaron, por un momento quedé duro, pasado éste lo miré de reojo. Era todo un hombrecito con la vista al frente cantando el Himno Nacional junto a su abuelo.
 Un instante único, sublime, que impactó felizmente en mí. ¿Cuánto duró? Dos o tres minutos, que importa, el tiempo pareció detenerse y el pecho hincharse y nuestras voces, aunque tímidas se oyeron.
 Que maravillosa forma de estrenar mis 74 años, que alegría compartir esa simple fiestita de fin de clase del jardín de infantes con mi familia: mi esposa, hijo, su esposa y sus tres hijitos. Mis tres maravillosos nietos.
 Como decía la felicidad no es una cosa maravillosa a encontrar, ni que se pueda comprar, sino que dentro nuestro está y que cuando compartimos esos momentos mágicos, inolvidables, aparece.

3 comentarios:

  1. Gracias Natalia_paperblog por haberte fijado en mi blog.
    Pronto los visitaré.
    Un abrazo.

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  2. se pasan momentos inolvidables en fechas espepciales
    mas que todo cuando se estadisfrutando de la fecha, la felicidad y la alegria por
    celebrar cada una de estas es incomparable
    ya que deja muchos recuerdos buenos.

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Gracias por visitar mi blog
Y pasar parte de tu tiempo conmigo.

Un abrazo.

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