Cuando Galopa El Corazón.

  El suelo a mis pies se fue moviendo, me aferré fuerte al frío hierro y comencé a caminar, empecé despacio y me fue llevando más rápido, más rápido y en crescendo a medida que pasaban los segundos. Poco a poco mis piernas empezaron con dificultad a seguir el ritmo.  

 El piso resbaladizo y por momentos cambiante dificultaban la marcha. A medida que transcurría el tiempo mis piernas comenzaron a sentir más el cansancio, empecé sin proponérmelo a sudar y empapar lentamente mi cuerpo.  


 Mis manos temblorosas apretaban las agarraderas para no permitir caerme y poder seguir esa loca carrera quien sabe adónde.  

 El suelo parecía elevarse por momentos exigiendo máximo esfuerzos a mis pies ya cansados. El corazón bombeaba al máximo intentando salirse de mi cuerpo y mis labios se secaron. 


 Mojada mi cabeza y mi frente, tembloroso, pero tozudo en la acción seguía corriendo ya sin muchas fuerzas. Solo el amor propio me permitía seguir sin renunciar. Exhausto, casi sin fuerzas, escuché como un eco las palabras de "Basta Ya". 


 La máquina se apagó y fui llevado a la camilla donde un extraño me examinaba y tomaba nota lo que esos cables adheridos a mi pecho enviaban a un aparato provisto con un monitor. 


 Casi sin fuerzas en la camilla creía que moriría cuando el corazón me estallara, pero eso no ocurrió y poco a poco fue normalizando su ritmo, por momentos caí en un sopor hasta luego reencontrarme con mis fuerzas. 

 El calor de mi cuerpo contrastaba con el frío de la sala cuando pude ponerme de pie. 


 Saludé a los médicos y técnicos que me tomaron la prueba de esfuerzo y lentamente caminé a la puerta de salida. 

 

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