¿Qué, cómo, cuando?


Como  pasa el tiempo, inexorable se lleva puesto lo que encuentra a su paso.
Allá van los esperanzas, los sueños, los felices deseos, la niñez, la juventud y parte de la vida.
Hace que todo se marchite, la bondad, la belleza y nuestros rostros.
Somos lo que queda, la resultante de la batalla de la supervivencia, los heridos de guerra.
En tal vorágine bienaventurado aquel que supo aprovechar parte de su tiempo para vivir en medio de tal barullo.

A medida que el tiempo pasa como una bola de nieve proveniente de la montaña se acelera el proceso en que nos vemos inmersos y cada día tenemos menos espacio para disfrutar de los logros obtenidos.

Hay que seguir ya sea estudiando, trabajando o lo más difícil estudiando y trabajando, más y más.
Nunca alcanza. Siempre falta algo más. Se nos exigen mas cosas cada día.
Al principio tal vez alcanzaba con un techo, querosén  para iluminarse y calentarse, unas galletas y un mate.
El progreso nos fue matando.


Día a día aparecieron nuevas "necesidades" por nosotros desconocidas y que gracias al progreso, avances tecnológicos y científicos, supimos que nos hacían falta.

Algunas reales como la heladera eléctrica, el gas, la electricidad  otras no tanto.
Al principio: fue  la radio,  le siguió después la TV, la calculadora eléctrica,  luego la computadora, aparecieron los teléfonos celulares y así al infinito.
No tan malos en sí mismos sinos que nos impulsaban a comprarlos y luego descartarlos por obsoletos. Nuevos modelos del mismo producto en corto tiempo y la necesidad de estar a la altura de las circunstancias y de los demás nos embarcaban en la carrera consumista sin fin.

El mundo moderno devora cada cosa nueva que aparece, su publicidad cómplice y exagerada martillan en nuestros niños , padres, y en nosotros mismos.

De habitantes, ciudadanos, pasamos a consumidores de bienes y servicios, alejados de la felicidad.
Lo que nos aleja es que todo es efímero y se reemplaza por algo mas nuevo muy rápidamente.
No tenemos la sabiduría y el coraje -o las dos cosas juntas- como para parar , mirar a uno y otro lado, reflexionar un instante y valorar lo que tenemos y así poder disfrutar de todo lo maravillosa que es la vida.

Frenar a tiempo para dar lugar a  los sentimientos, al amor, la amistad, esas cosa banales ya fuera de moda.
A mi edad, varios años gozando de los beneficios de la jubilación, el panorama se presenta de otra manera . Tengo tiempo  para la reflexión, para hurgar en mi memoria para encontrarme con los momentos felices quizás para justificar en parte en no haberme desenchufado de la vorágine del caballo tras la zanahoria.

En  fin, si volviera el tiempo para atrás y pudiera hacer nuevamente  mi vida haría todo lo que debe hacer  en cada etapa de mi existencia. De pibe jugar ( como lo hice) luego de ser posible ( como lo fue) estudiar, la secundaria y luego la facultad. Yo empecé a trabajar y obvié la facultad .
debería haber seguido estudiando aún trabajando. 
Luego me casé y varios años después  empecé la facultad con los inconvenientes que eso me ocasionó. Un viejo en las aulas que solo podía estudiar algunas materias como regular y muchas ,por no poder asistir, debía rendirlas libres.
No es lo mismo estudiar a los 18 que a los 33 como lo hice yo. La mente no es la misma, la carga de responsabilidades es mayor y los resultados no son los más esperados.  Es puro sufrimiento.
Un sufrimiento compartido con  la esposa y, en mi caso, con mi hijo. Dos pilares en lo que se sustentó mi esfuerzo.

Aquí a la distancia veo con claridad que hay un momento para todo: Para jugar, estudiar, trabajar, divertirse, amar y ser feliz. 
Cada momento dentro de una etapa de la vida. A veces y a menudo dichas etapas son salteadas , omitidas, sobrepasadas, no vividas y por ende los beneficios de esos tiempos se agrupan en las etapas disponibles. Es ahí donde debemos elegir, de acuerdo con nuestras prioridades de la hora,  cuales tomar y cuales dejar.

Las elecciones pueden ser acertadas o no, el tiempo (siempre el tiempo) dará su veredicto. Lo único que debe importar es tomar la decisión que en ese momento, después de meditarla  y estudiarla, era la mejor para nuestros objetivos.
De otra forma nos arrepentiremos sin remedio.
Lo ideal sería en vez de dar el 100% de tu esfuerzo en lograr el objetivo de máxima en tu vida constantemente, bajar algo las expectativas, y dedicarle un porcentaje a lo mágico de la vida como ser las relaciones interpersonales, los amigos, la familia y sobre todo el tiempo a  los hijos.  Algo fundamental : a esto debemos agregar tus deseos personales como hobbies, deportes y cualquier tipo de recreación individual. 
La felicidad está en cada momento que sepas aprovecharlo  con aquello que amas.

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