Recibido por un día gris y fresco, augurio de días mejores.
Registrarse en el hotel, luego salir, comer, andar, mirar,
y luego vuelta al Vaness a descansar.
A la mañana despertar perezoso, Ducha, ropa y subir al décimo.
Desayuno tempranero que ayuda a despejar y dolores olvidar.
humeante café con leche y huevos revueltos con salchicha
para empezar.
Facturas de todos los colores empalagan la mirada.
Ya en mi mesa, recorro todo en una ojeada,
de pronto y como una aparición mágica la veo ahí,
redondita, dulce y negrita como si estuviera esperándome.
De pronto algo estalló en mí, entré en una ensoñación,
y vi un pibito que saltaba y corría, corría y saltaba,
por la estrecha vereda hacia la esquina.
Lo vi cruzar la calle sin detenerse,-no hay peligro, total no hay autos-
y enfilar con prisa a la panadería y entrar.
Sentí el envolvente olor a pan recién horneado,
lo vi mezclarse con la gente que esperaba su ración,
A su momento lo escuché pedir dulcemente:
- 1 kilo de pan mediano y dos tortitas.
Tomó el paquete y volvió a desandar el camino recorrido,
con destino a su casa , la casa de la vieja. De esa vieja que con todo su amor lo esperaba.
Instante fugaz, efímero y profundo para recordar,
feliz infancia, ya lejana y alguien que ya no está,
Una lagaña -una lágrima quizás- enturbia mi mirada,
Aún los recuerdos lindos nos hacen lagrimear.
Ya repuesto -hombre al fin- la tomé en mis manos,
y como otrora mis ojos entrecerré,
mis fauces abiertas la recibieron con emoción,
apreté mis dientes, sentí su textura y paladeé su sabor.
Esa gordita, redonda y negrita amasada con manteca,
me sabe a gloria, me llena el espíritu y el alma,
deliciosa me alegra, reconforta y enamora.
Una felicidad, haberte encontrado "mi" tortita negra.
con destino a su casa , la casa de la vieja. De esa vieja que con todo su amor lo esperaba.
Instante fugaz, efímero y profundo para recordar,
feliz infancia, ya lejana y alguien que ya no está,
Una lagaña -una lágrima quizás- enturbia mi mirada,
Aún los recuerdos lindos nos hacen lagrimear.
Ya repuesto -hombre al fin- la tomé en mis manos,
y como otrora mis ojos entrecerré,
mis fauces abiertas la recibieron con emoción,
apreté mis dientes, sentí su textura y paladeé su sabor.
Esa gordita, redonda y negrita amasada con manteca,
me sabe a gloria, me llena el espíritu y el alma,
deliciosa me alegra, reconforta y enamora.
Una felicidad, haberte encontrado "mi" tortita negra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por visitar mi blog
Y pasar parte de tu tiempo conmigo.
Un abrazo.