Algunas cosas que me molestan.

Hola, amigo.

 Nuevamente en contacto, como todos los viernes, para comentarte los sucesos, hechos y otras particularidades que me han motivado a escribir.

 No soy un narrador genial, solo trato de comunicar y que se entienda lo que pretendo dar a conocer. Mi humilde opinión en el mar de la web, ese océano gigantesco e infinito, es simplemente eso una humilde opinión.


 Lejos de mí la soberbia que se ve a diario en algunos comunicadores, no todos por suerte, que afirman y ponderan como única verdad su yoísmo.

 Si a esto le agregamos una total chabacanería en su expresiones y gesticulaciones, exclamemos:" Bingo", cartón lleno. Este proceder me predispone de mala manera, me altera y me hace añorar con más fuerza a los viejos comunicadores, mucho más leídos, menos gesticuladores, más apasionados por la verdad- no por su verdad-, buscando siempre una equidistancia entre varias visiones antagónicas de un mismo tema para luego fijar su personal posición.

 Parece que como todo viejo tengo la visión obnubilada por la nostalgia de tiempos idos, donde éramos jóvenes y a la distancia sobrevaloramos los recuerdos, pero no, soy consciente que, con el tiempo y las conquistas de ciertas libertades, justas, por cierto, se han ido modificando las costumbres, los modismos y la educación, provocando cambios en los valores tanto individuales como colectivos.

 Uno de esos valores que se han perdido, o por lo menos no se hace evidente, es el respeto. El respeto hacia nuestros padres, maestros, abuelos y en general a nuestros mayores.

 Lógicamente que esta aseveración es general, siempre existirán, gracias a Dios, las excepciones a esta premisa.

 Tengo una imagen muy presente en mí que es la siguiente:
 Cuando joven iba con amigos en verano a refrescarnos en las saladas aguas del Arroyo Del Monje, bajo el puente que permitía el tránsito por la ruta 11.

 Recuerdo eso días de 40 grados a la sombra, metido en el agua hasta el cuello, mirando a los catangos, los trabajadores del ferrocarril que hacían el mantenimiento de las vías cortando la maleza y limpiando la zona.

 Los veía bajo el rayo del sol en esos días sofocantes, dándole duro a su trabajo por varias horas a la intemperie y bajo el sol abrazador. Los veía protegidos, con sombreros de alas anchas y camisas de mangas largas, de los efectos del sol, pero no del calor y la sed que este le provocaba.

 Desde el arroyo los miraba y realmente sentía pena por ellos, no pensaba que podrían ser compensados económicamente por su padecimiento, estimo que muy lejos de ello estaban. Una imagen que aún persiste en mi memoria.

 Como ellos millones de trabajadores, con su esfuerzo, dedicación, aportaron valor a su tarea y este valor hizo grande a este país. Unos tendieron rieles, otros construyeron caminos, levantaron fábricas, cultivaron los campos, cuidaron de la salud pública, la justicia, el orden y su administración.

 Hoy los que aún viven son ancianos, viejos, "de la tercera edad" y jubilados.

 La inmensa mayoría de los que alcanzaron la jubilación hoy perciben la remuneración mínima. Un ingreso ínfimo para tanto esfuerzo, dedicación, aporte de valor, de honestidad y de más de 40 años de dedicación a hacer.

 Hacer grande al país, que, por desgracia, por malas administraciones y malos sentimientos, los tiene postergados y en muchos casos a merced de la caridad ajena. A esto se le agrega la desconsideración con que los trata el "sistema",

 Hay dos cosas que me pueden, me descolocan y me dan mucha pena: el llanto de un niño y el dolor de un anciano.

 Bueno amigo, es todo por hoy, gracias y nos encontraremos, si Dios quiere, el próximo viernes.

 Chau.

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