Historias para mi nieta

Capítulo I
MI PUEBLO


-Abuelo,vos siempre viviste en la ciudad? Preguntó la niña sin más preámbulos.
El viejo la miró como sorprendido por la pregunta, se tomó unos segundos y contestó.
-No, Yo nací y pase mi infancia en un pueblo del interior... de la provincia de Santa Fe.
La pequeña se apretujó junto al él y mirándole volvió a preguntar:¿y como era? ¿Era grande, lindo?.Se quedó esperando con los ojos muy abiertos como si fuera a ver la respuesta.
-Grande no era, más bien pequeño. No mucho más de tres mil habitantes, pero lindo, sí.
-Dale, seguí contando, me gusta, abuelo.
-Bueno, El pueblo esta situado sobre la ruta 11 que lo divide en dos partes. Al llegar la ruta se abre en dos manos dejando un bulevar al medio que lo caracteriza y diferencia de los pueblos vecinos.
En aquel entonces las calles eran de tierra, había dos clubes y dos salas de cine. Una iglesia, una comisaría, un juez de paz, un hospital público, y dos escuelas primarias(La grande y la chica). Después se agregó un sanatorio privado.
El negocio más grande era el molino harinero que ocupaba una manzana y que además tenía un campo lindero de su propiedad.
El ferrocarril corre al lado de la ruta once y divide al pueblo en dos partes casi por el centro mismo.
Del lado este estaba el club -que fue pionero-y del lado oeste estaba el otro club que se fundó muchos años después, con desprendimientos de personas del club original.
Más tarde se instaló un frigorífico al norte del pueblo-unas diez cuadras por la ruta 11.
-Abú, ya entendí, pero quiero saber que hacías cuando eras chico. Dijo la pequeña un tanto aburrida por el relato.
-A ver ... a ver, cuando era chico, Humm...Dejame hacer memoria, no es fácil. Recuerdo que cuando tenia 5 años me querían hacer ir a la escuela , a preescolar, y yo no quise, tenía terror de ir y lloré y patalee, hasta que lo logré. Fui a la escuela cuando cumplí 6 años.
Me acuerdo que los veranos eran largos, los días también y las vacaciones eran eternas.
Cuando era chico nos divertíamos jugando mucho, casi todo el tiempo.
-¿A que jugabas? Lo interrumpió la niña con curiosidad.
Dependía de la época. No se como, pero sabíamos cuando era que había que jugar, a las bolitas, las figuritas, ó remontar barriletes.
-¿Las bolitas, que eran ?Contame abuelo. Lo apuró la jovencita.
En ese momento llamaron a la puerta.
- Es papá, abuelo. me viene a buscar. Mañana la seguimos.¿Queres?.
-Bueno, hasta mañana.

La niña se abrazó a él con ímpetu y lo colmó de besos.

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